Cuando ya llevaba varios años participando en Lisístrata, creo que desde el año 89, alrededor del curso 92-93 redacté
la siguiente invitación a las estudiantes de Zaragoza para que participasen en
el colectivo universitario Lisístrata:
«“Mujer
y Sur”, “Mujer y cárcel”, “Sexismo en la Universidad”, “Mujer y trabajo”, “Las
relaciones personales y la sexualidad”… Todo esto y mucho más es Lisístrata.
Nos reunimos una vez a la semana
y desde hace ya 10 años muchas mujeres llevamos trabajando desde la Universidad
a favor de otras muchas mujeres. Aprendemos, peleamos y nos divertimos,
buscando, como siempre han hecho nuestras abuelas, vías distintas de
aprendizaje y conocimiento. Buscando respuestas, distintas a las que nos dan, a
las preguntas de siempre.
Lisístrata va a clase y
vive aquí, en Zaragoza; se pasea por el campus y va de bares, pero también
tiene un bosque encantado y salió de un libro. Lisístrata nació de la
necesidad de varias mujeres universitarias de exponer públicamente sus
críticas, estudiar y leer y aprender en otros libros que no estaban en los programas
oficiales, y sentirse a gusto consigo mismas en la pelea que mantenían.
Hoy Lisístrata sigue
manteniendo las mismas expectativas. Lisístrata es una puerta abierta en
la Universidad a otros mundos/a otras ideas. Aprendemos a conocer nuestro
cuerpo, a disfrutar con él y a no temer las ideas que nos vienen a la cabeza.
Lisístrata nos pertenece y
en ella ha ido quedando un regalo muy personal de cada una de las mujeres que
han pasado por aquí. Todos los sueños y los pensamientos más rebeldes quedan allí
guardados y ese es nuestro tesoro.
Y todavía queremos hacer muchas
cosas más, por eso Lisístrata grita
siempre:
NO TE AGOBIES
NO TE AGUANTES
ÚNETE CUANTO ANTES
Especial sobre feminismo en Heraldo de Aragón, 8 de marzo de
1992
El texto anterior muestra el
compromiso con los principios fundamentales del colectivo: aprender debatiendo
y denunciar luchando. Todas éramos Lisístrata
y esa era nuestra firma, escrita con diferente letra cada vez.
Temas como el aborto, la
sexualidad, la pornografía, el lesbianismo, mujeres en cárceles, mujeres de
otro hemisferio nos interesaban, y absorbíamos textos y charlas con un interés
de entender, de poder aportar ideas y lucha al movimiento feminista al que nos
sentíamos orgullosas de pertenecer. Y nos movíamos entre las ganas de
reflexionar y la acción directa en la calle con humor, con originalidad,
creando espacios diversos para que todas nos sintiéramos cómodas. Pan casero y
dibujos, estudios sobre lesbianismo, propuesta y organización de jornadas,
colaboración con las organizaciones feministas de la ciudad y alguna charla,
algún 8 de marzo, alguna fiesta inolvidable.
Las Lisístratas brillábamos. Resplandecíamos no solo en las manis o en
cualquier acto en la calle, brillábamos también en nuestras reuniones internas.
Lisístrata nos formó como pensadoras, organizadoras, luchadoras. Hoy
sigo agradeciendo ese aprendizaje que me ha hecho más sabia y más consciente. Y
me regaló amigas que siguen siendo imprescindibles.
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