Empecé a asistir a las reuniones de LISÍSTRATA en el otoño de 1989, aunque las conocí a algunas de ellas en una apertura paralela de la Universidad un año antes, con lo cual iba asistiendo a algunos actos programados y a las manifestaciones en un conocimiento mutuo muy interesante; lo cual finalmente hizo que me decidiera a implicarme a tope. Y así hemos seguido 40 años y hasta ahora…
Identifico mi
pertenencia a Lisístrata con una parte esencial de mí que siempre había estado
ahí. Simplemente lo externalicé y me integré en el grupo al que siempre había
deseado pertenecer. Yo entré a la vez con Paz e Idoia y se nos ocurrió formar
la comisión lésbica.
La parte que más me
interesaba era la gráfica y la de archivo. Me fascinaba porque esta parte sí que era toda nueva ya que
entonces existían muy pocos libros sobre el tema.
De alguna manera además de la implicación feminista ha sido algo vocacional.
Durante todos estos años, digamos que me he mantenido de una forma u otra relacionada con actividades y grupos feministas, por razones de trabajo, activismo, ocio y arte. En viajes organizados, con mujeres de otras partes del mundo
En parte no volvería en el tiempo, no me gustaría volver a empezar de nuevo, con todo lo que ello conlleva. Los cambios son necesarios y la evolución. Aunque haya errores de principiantes, el idealismo pervive, pero será de otra manera…
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