40 años de Lisístrata

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lunes, 25 de julio de 2022

María José Pérez-Ilzarbe (Sesé)


 

 

 Fui una de las "fundadoras" de Lisístrata, que se formó en 1983. Varias estábamos en el colectivo Akelarre de la universidad, y las que estudiábamos carreras de ciencias estábamos también en la candidatura Chamarasca de la Facultad de Ciencias. La verdad es que no recuerdo bien en qué momento se decidió formar Lisístrata, supongo que fue bastante natural dentro de nuestro activismo pensar que se necesitaba un grupo específico de mujeres feministas. 

Recuerdo que, sobre todo el primer año, nos reuníamos a discutir artículos feministas de diferentes temas. Por ejemplo, en varias reuniones debatimos sobre feminismo de la igualdad versus feminismo de la diferencia. Yo no había leído antes teoría feminista, y me pareció muy interesante hacer ese esfuerzo por clarificar ideas que, yo al menos, tenia de una manera bastante nebulosa. 

Terminé la carrera en junio de 1984, pero durante el primer semestre del curso 1984-1985 continué en la Universidad de Zaragoza haciendo la tesina con lo que pude seguir en Lisístrata. A principios de 1985 me fui a Madrid, y continué yendo a las reuniones del grupo algunos fines de semana que volvía a Zaragoza, así que se puede decir que estuve en Lisístrata algo menos de dos años. En el curso 1985-86 contacté con la Asamblea de Mujeres de la Universidad Complutense de Madrid y acudí a algunas reuniones, pero el día a día trabajando en Madrid era mucho más complicado que la vida que había llevado en Zaragoza, y lo fui dejando. Posteriormente no he pertenecido a ningún grupo feminista, y lo que trato de hacer es leer sobre feminismo todo lo que puedo y apoyar movilizaciones feministas que se convocan en mi entorno. 

Los años de Lisístrata son una parte fundamental en mi vida, creo que soy diferente a como habría sido sin esa experiencia. Quiero creer que habría sido feminista más o menos "militante" aunque no hubiera tenido la suerte de encontrarme con las personas que formamos el grupo. Pero mi "época Lisístrata", además de contribuir a mi posicionamiento político, la recuerdo como una época especialmente rica en cuanto a las relaciones personales. La relación que había entre las integrantes del grupo era muy especial y no se me olvidará nunca. A algunas no las he vuelto a ver, pero con otras he mantenido la relación, aunque viéndonos de manera esporádica, y encuentro siempre que el cariño y la afinidad es fuerte y la relación es fácil aunque hayan pasado años.

Me acuerdo mucho de aquellos tiempos, aunque no diría que quiero volver atrás porque en conjunto me gusto más ahora que entonces. Lo ideal sería volver a formar un grupo como Lisístrata, pero yo con mi manera de ser actual  (y con veinte años, si pudiera ser...).

 

 


 

Marlies Olivares


Lisístrata, 1983…

Mi llegada a la Universidad en el curso 1982-83 coincidió con las luchas y huelgas contra la Ley de Reforma Universitaria.  Entrar en contacto con el movimiento estudiantil luchador y combativo del momento me acercó al grupo universitario “Akelarre” que se reunía todas las semanas para “sesudos” debates sobre política, filosofía y cambio social y paralelamente a “Lisístrata”, un pequeño grupo de mujeres con diferentes perspectivas y niveles de estudio feminista, con muchos deseos de debatir y aprender sobre feminismo. 

 

Lisístrata supuso para mí una puesta en común de ideas, sensaciones y frustraciones que tenía en mi interior, permitiéndome reflexionar sobre todas aquellas situaciones vividas como normales y sentidas como injustas a lo largo de los años.  Poco a poco fuimos descubriendo un nuevo mundo que pasaba inadvertido en esa época: literatura, cine, historia, música, sexualidad…  Nos hicimos conscientes de la necesidad de cambiar todo lo que nos rodeaba y ello nos llevó a la acción colectiva. 

 

Iniciamos la denuncia y la crítica a través de carteles provocadores y pegatinas con frases reivindicativas que escandalizaban el mundillo universitario. Pronto pasamos a organizar jornadas, charlas, mesas redondas, películas, fiestas y exhibiciones que fueron acercando a nuevas mujeres a nuestras filas. Entre otras muchas actividades, recuerdo la ponencia reivindicativa que Nuria Miguel leyó en el Claustro de la Universidad de Zaragoza. 

 

También iniciamos contacto con otras organizaciones feministas que funcionaban a nivel ciudadano: asistimos a jornadas feministas estatales (recuerdo en Santiago de Compostela, en Barcelona…), en campañas del 8 de marzo, en talleres de autodefensa con Conchi Arnal y otros “espectáculos” divertidos y jocosos en los que reinaba la insumisión al patriarcado establecido. Adjunto fotos de nuestros “pinitos” celebrando el 8 de marzo en el Centro Cívico de la Avda. Navarra en el año 1991, y recuerdo que había casi más asistentes jubilados que mujeres.
Fueron años en los que me dejé la piel para “despertar” al mundo, gritando injusticias sociales tan variadas y diferentes como la lucha contra el ejército, contra la OTAN, contra la mili, contra la religión, contra la celebración del V centenario del descubrimiento de América, contra las diferencias norte-sur, la explotación capitalista… Esta lucha formaba parte de nuestra vida personal cotidiana y nos impregnaba hasta la médula.
 

Pero con el tiempo reconozco que se me fue gastando la pila, porque el cambio es lento como una tortuga y yo siempre he sido un poquito ansiosa, así que dejé en manos más jóvenes o más perseverantes todas esas “luchas” centrándome en frentes más individuales y personales: el sindicato, la maternidad, las abuelas… Eso sí, todavía “reboso” feminismo y a la que puedo, llevo la contraria.