40 años de Lisístrata

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lunes, 25 de julio de 2022

Marlies Olivares


Lisístrata, 1983…

Mi llegada a la Universidad en el curso 1982-83 coincidió con las luchas y huelgas contra la Ley de Reforma Universitaria.  Entrar en contacto con el movimiento estudiantil luchador y combativo del momento me acercó al grupo universitario “Akelarre” que se reunía todas las semanas para “sesudos” debates sobre política, filosofía y cambio social y paralelamente a “Lisístrata”, un pequeño grupo de mujeres con diferentes perspectivas y niveles de estudio feminista, con muchos deseos de debatir y aprender sobre feminismo. 

 

Lisístrata supuso para mí una puesta en común de ideas, sensaciones y frustraciones que tenía en mi interior, permitiéndome reflexionar sobre todas aquellas situaciones vividas como normales y sentidas como injustas a lo largo de los años.  Poco a poco fuimos descubriendo un nuevo mundo que pasaba inadvertido en esa época: literatura, cine, historia, música, sexualidad…  Nos hicimos conscientes de la necesidad de cambiar todo lo que nos rodeaba y ello nos llevó a la acción colectiva. 

 

Iniciamos la denuncia y la crítica a través de carteles provocadores y pegatinas con frases reivindicativas que escandalizaban el mundillo universitario. Pronto pasamos a organizar jornadas, charlas, mesas redondas, películas, fiestas y exhibiciones que fueron acercando a nuevas mujeres a nuestras filas. Entre otras muchas actividades, recuerdo la ponencia reivindicativa que Nuria Miguel leyó en el Claustro de la Universidad de Zaragoza. 

 

También iniciamos contacto con otras organizaciones feministas que funcionaban a nivel ciudadano: asistimos a jornadas feministas estatales (recuerdo en Santiago de Compostela, en Barcelona…), en campañas del 8 de marzo, en talleres de autodefensa con Conchi Arnal y otros “espectáculos” divertidos y jocosos en los que reinaba la insumisión al patriarcado establecido. Adjunto fotos de nuestros “pinitos” celebrando el 8 de marzo en el Centro Cívico de la Avda. Navarra en el año 1991, y recuerdo que había casi más asistentes jubilados que mujeres.
Fueron años en los que me dejé la piel para “despertar” al mundo, gritando injusticias sociales tan variadas y diferentes como la lucha contra el ejército, contra la OTAN, contra la mili, contra la religión, contra la celebración del V centenario del descubrimiento de América, contra las diferencias norte-sur, la explotación capitalista… Esta lucha formaba parte de nuestra vida personal cotidiana y nos impregnaba hasta la médula.
 

Pero con el tiempo reconozco que se me fue gastando la pila, porque el cambio es lento como una tortuga y yo siempre he sido un poquito ansiosa, así que dejé en manos más jóvenes o más perseverantes todas esas “luchas” centrándome en frentes más individuales y personales: el sindicato, la maternidad, las abuelas… Eso sí, todavía “reboso” feminismo y a la que puedo, llevo la contraria. 

 





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