Entré en Lisístrata creo recordar que con 19 o 20 años en 1983 o 84. Estando en un colectivo de chicos y chicas llamado AKELARRE me enteré de que un grupo de alumnas se reunían en un local de la uni para hablar de feminismo. Junto con mi compañera del colectivo Marlies nos enteramos de día y horas de reunión y acudimos juntas
Recuerdo especialmente mi participación como alumna claustral en la lectura del discurso para defender la primera enmienda a los Estatutos de la Universidad que planteaba la necesidad de abordar de forma transversal y multidisciplinar el estudio de la participación de las mujeres a lo largo de nuestra historia. Discurso que en verdad defendí pero no escribí. Lo escribieron Amparo Bella, y otras compañeras que ahora no recuerdo exactamente. Me tocó defenderlo porque del colectivo, en el que acababa de entrar por cierto, la única delegada en el Claustro era yo. Este acto no se me olvidará en la vida y es una de las cosas más bonitas y emocionantes que he vivido. Cuatro kilos adelgacé veinte días antes. Recuerdo el esfuerzo enorme que hicieron Amparo y compañía en trasladar todo el discurso a un lenguaje que yo misma entendiera bien para poderlo transmitir con pasión y convencimiento. Inolvidables fueron también mis primeras jornadas feministas en Galicia.
Lisístrata significó para mí mogollón de cosas. A partir de Lisístrata comencé a darle nombre a un montón de situaciones de mi vida cotidiana. Conocí otras formas de relacionarse en el amor, en la amistad. Conocí mucho mejor mi cuerpo y mi sexualidad, descubrí todo lo que tantas mujeres antes que nosotras hicieron por visibilizar las vidas, el trabajo de tantas mujeres, su historia, sus luchas. Y sobre todo conocí a mis compañeras y amigas que fueron lo mejor de lo mejor.
Mi relación posterior con el feminismo: Nada más abandonar la universisdad pase a formar parte del primer equipo de educadoras de la Casa de Acogida a Mujeres Maltratadas del Ayuntamiento de Zaragoza. Pude poner en práctica todo lo aprendido en Lisístrata , las charlas recibidas sobre malos tratos, los debates intensos sobre los tipos de feminismo, el aprendizaje sobre estrategias para aumentar la autoestima. Todo y mucho más me sirvió para ayudar a estas mujeres en el camino hacia su liberación. He seguido participando en concentraciones de denuncia y en las manifestaciones del 8 de marzo que me llenan de orgullo. Porque son muy, muy participativas y en la época de Lisístrata esto era bien diferente. Cuatro locas y sus amigas!
Creo que volver al pasado no me gusta porque vivo el presente y creo fundamental que nuestro espacio lo ocupen personas jóvenes que sigan debatiendo aprendiendo y mejorando los discursos, las movilizaciones. En mi opinión las de mi edad no hemos parado de hacer feminismo desde múltiples espacios en nuestra vida. En el terreno más activista, aunque no estemos en primera línea, seguimos apoyando todo lo que se hace y asi siempre será. Esta lucha se renueva continuamente y no tiene fin. Corren tiempos en los que debemos trasladar el feminismo a todos los ámbitos con todavía más alegria e ilusión. No nos pararán.
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