40 años de Lisístrata

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domingo, 5 de febrero de 2023

Paz Cacho

 

Ya había asistido a algunas actividades organizadas por el grupo, me acuerdo especialmente de una charla sobre lesbianismo que fue a finales de curso de mi segundo año de carrera.Ya había coincidido, esporádicamente, con algunas lisístratas en la cafetería de la facultad de filosofía dónde me pegaba media vida y por la biblioteca donde me pegaba la otra mitad. Veía que se llevaban muchas cosas jugosas entre manos que me despertaron mucho interés y curiosidad, lo que me llevo a entrar en el grupo a principios de mi tercer curso universitario. Aquel año también se embarcaron en la misma aventura: Ana Mastral, Patricia Álvarez y Carmen Lario, seríamos entonces como la tercera oleada de Lisístratas. Fue el comienzo de algo muy vital y muy potente.

Fueron muchas las actividades memorables pero recuerdo con especial cariño cuando pintamos un mural en la pared justo a la izquierda hacia la entrada de la facultad antigua de Filosofía. Creo que fue algo que tuvo mucha presencia donde, además, disfrutamos mucho pintándolo y conversando. También me acuerdo mucho de la charla presentación de Stasa Zayovic, de Mujeres de Negro, en la Casa de la Mujer, en un contexto social de protestas no violentas de mujeres contra la guerra de la Ex-Yugoslavia muy a principios de los 90.


Lisístrata fue una de las cosas más chulas de mi vida porque supuso un disfrute puro de un entorno feminista muy nutritivo de debate, de protesta, de diversidad, de diversión, de chispa y sobre todo, de amistad. Una complicidad muy valiosa con mujeres ya muy cercanas entonces, que lo han seguido siendo décadas después. 

La cultura feminista vivida y adquirida libre y felizmente se ha ido reflejando a lo largo del tiempo en mi manera de decidir, de pensar  y, en definitiva de enfocar la vida, principalmente en el mundo de las relaciones personales, familiares, sociales y laborales. Mi feminismo está muy latente en todos estos mundos e intento aplicarlo en mi devenir cotidiano, sobre todo en el aula. Mucho se lo debo a Lisístrata, es como un legado bonito que cuido mucho y que no para de evolucionar.




¡Claro que sí…!  (volvería al pasado) ¡Disfrutaría de lo lindo! Supongo que mi paso por Lisístrata me abrió los ojos a muchos mundos y contribuyó claramente a hacerme, de alguna manera, el tipo de mujer feminista que soy hoy. Creo que volvería a hacer las cosas de la misma manera.

¿Por qué no, si fue tan gratificante?


Eva Ponz

 

Ya en el Instituto, andaríamos por los 16-17 años, comenzamos nuestros primeros escarceos con el feminismo participando en el movimiento social del barrio. Programa feminista en Radio MAI, Coordinadora de Mujeres de la MIDE, revista Al Margen, Casas de Juventud, siempre guiadas por militantes y exmilitantes de la lucha antifranquista y vecinal. Incluido el profesorado del Mixto 10 que nos alentó y apoyó las acciones y movilizaciones de aquel periodo. Eran los años 80.

El paso a la universidad y nuestra participación en Lisístrata fue algo natural. Vivíamos juntas, ya independizadas, trabajábamos juntas en el recién creado Servicio de Reciclaje de papel de la Uni y así conocimos Lisístrata, creo que de la mano de Carmen. Sería el año 1988 o 1989.

Lisístrata nos abrió una ventana a las teorías feministas, a debates y actividades solo con mujeres y a temas que, hasta entonces, nos sonaban a chino porque pertenecían al mundo adulto al que todavía estábamos llegando. Mujer y Trabajo, Tecnologías de reproducción asistida, Mujer y Cárcel, Sexualidad y lesbianismo, Violaciones, etc. Absorbimos todo lo que llegó a nuestras manos hasta que fuimos capaces de crear. De los debates, de las lecturas, de los momentos y vivencias compartidas surgieron folletos divulgativos, acciones, cineforum, mesas en las aperturas paralelas y debates en diferentes facultades, incluso en Derecho.


De estos años recuerdo mi participación en un estudio sobre sentencias de violaciones y abuso sexual del tribunal supremo, dirigido por una abogada feminista. No sé si todavía alguien lo guarda, me encantaría poder echarle un vistazo.

También recuerdo con mucho cariño la Librería de Mujeres de la que me hice socia y de donde salieron todos los libros que tengo de aquella época. Y como no, los talleres de autodefensa con la Conchi.

Desde entonces no he militado en ninguna asociación feminista pero el feminismo se instaló en mi vida y ha trascurrido de manera transversal. No hay justicia social sin feminismo.

Fue una época emocionante, de crecimiento, de descubrimiento y que moldeó mi conciencia y compromiso social. No añoro volver a esos años pero si, quizás, participar más activamente en el movimiento feminista. Eso sí, la necesidad Lisístrata en la Universidad es casi la misma que entonces.

Esther Moreno

 


 Entré  en Lisístrata en 1985 o 1986, en 2º o 3º de carrera. Manuela me invitó al colectivo, y allí conocí a un grupo estupendo de estudiantes algo mayores que yo. Eran los años de la Librería de Mujeres, que primero estuvo en la calle Maestro Marquina y después en San Juan de la Cruz, y una de las primeras actividades que recuerdo  fue mi colaboración con Amparo y Ana P. en un curso sobre Historia de las Mujeres que coordinó la primera y se impartió en la librería. Aprendí mucho y empecé a conocer que las mujeres se habían rebelado y organizado en incontables ocasiones, no sólo defendiendo sus derechos sino los de toda la sociedad y especialmente los de las clases populares. Recuerdo también los carteles enormes de papel de estraza en las facultades, denunciando el sexismo en la universidad, y las conferencias que organizábamos. Entonces no había feminismo académico en la Universidad de Zaragoza, y trajimos a conferenciantes como Mary Nash o Celia Amorós. 

Igual de importantes eran nuestras reuniones, debates, salidas y fiestas, celebrar y divertirnos, con lo que el feminismo empezó a ser para mí, a la vez, una fuente de conocimiento, discusión y acción colectivas, y un mundo de amistades, afectos y diversión, el bar La Pluma... Conocí en aquellos años también a distintas feministas zaragozanas mayores que nosotras, colectivos como el Frente Feminista, las Mujeres Libertarias, las Mujeres de En Pie de Paz. Algunas Lisístratas íbamos también al gimnasio de Autodefensa Feminista, nuestra maestra era Conchi Arnal.

 



 Al poco tiempo entró una nueva generación en la que también hice grandes amigas que perduran hasta hoy. Con Loli, que desgraciadamente ya no está entre nosotras, y Carmen, fuimos a la universidad ocupada de Turín, y estuvimos allí el 8 de marzo contando sobre Lisístrata. Debates, charlas, jornadas con mujeres como Pilar Clavería, La Rona, presidenta de la Asociación Gitana de Zaragoza, la arabista Gema Martín Muñoz, la antropóloga Verena Stolke, Cristina Garaizábal, Amparo Moreno, Stasa Zajovich de Mujeres de Negro de Belgrado, Michelle Reñé y Nathalie de Greenham Common ... La importante contribución del feminismo lesbiano, el informe sobre Lesbianismo que redactaron Idoia, Patricia y Paz, la necesidad de desmontar los mandatos de la heterosexualidad obligatoria...  Después de terminar mi carrera, entraron a Lisístrata al menos dos generaciones más de estudiantes que continuaron realizando actividades feministas en la universidad, y en la ciudad. 

Lo maravilloso de Lisístrata para mí fue su heterogeneidad y la cantidad de mundos que conectó. Hubo o hay Lisístratas en la Librería de Mujeres, en Greenham Common, en Mujeres de Negro, en el movimiento por la Insumisión, en Ecologistas en Acción, en Mujeres Creando de Bolivia, en la Muestra Internacional de Cine de Mujeres, en el colectivo Ruda, en el GL-GL, en el Seminario Interdisciplinar de Estudios de las Mujeres de la Universidad de Zaragoza, en el Movimiento 8M...  De Lisístrata me ha quedado el gusto por enredarme con feministas para casi todo y, ahora que soy mayor, el intentar siempre abrir los espacios para que otras acudan, con nuevas propuestas, y nos enriquezcamos mutuamente. No volvería al pasado, pero cuento con él, con ellas, para seguir viviendo una vida feminista, en la que la política y los afectos, también los conflictos y los cambios, se cruzan y nos permiten avanzar.