40 años de Lisístrata

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domingo, 5 de febrero de 2023

Eva Ponz

 

Ya en el Instituto, andaríamos por los 16-17 años, comenzamos nuestros primeros escarceos con el feminismo participando en el movimiento social del barrio. Programa feminista en Radio MAI, Coordinadora de Mujeres de la MIDE, revista Al Margen, Casas de Juventud, siempre guiadas por militantes y exmilitantes de la lucha antifranquista y vecinal. Incluido el profesorado del Mixto 10 que nos alentó y apoyó las acciones y movilizaciones de aquel periodo. Eran los años 80.

El paso a la universidad y nuestra participación en Lisístrata fue algo natural. Vivíamos juntas, ya independizadas, trabajábamos juntas en el recién creado Servicio de Reciclaje de papel de la Uni y así conocimos Lisístrata, creo que de la mano de Carmen. Sería el año 1988 o 1989.

Lisístrata nos abrió una ventana a las teorías feministas, a debates y actividades solo con mujeres y a temas que, hasta entonces, nos sonaban a chino porque pertenecían al mundo adulto al que todavía estábamos llegando. Mujer y Trabajo, Tecnologías de reproducción asistida, Mujer y Cárcel, Sexualidad y lesbianismo, Violaciones, etc. Absorbimos todo lo que llegó a nuestras manos hasta que fuimos capaces de crear. De los debates, de las lecturas, de los momentos y vivencias compartidas surgieron folletos divulgativos, acciones, cineforum, mesas en las aperturas paralelas y debates en diferentes facultades, incluso en Derecho.


De estos años recuerdo mi participación en un estudio sobre sentencias de violaciones y abuso sexual del tribunal supremo, dirigido por una abogada feminista. No sé si todavía alguien lo guarda, me encantaría poder echarle un vistazo.

También recuerdo con mucho cariño la Librería de Mujeres de la que me hice socia y de donde salieron todos los libros que tengo de aquella época. Y como no, los talleres de autodefensa con la Conchi.

Desde entonces no he militado en ninguna asociación feminista pero el feminismo se instaló en mi vida y ha trascurrido de manera transversal. No hay justicia social sin feminismo.

Fue una época emocionante, de crecimiento, de descubrimiento y que moldeó mi conciencia y compromiso social. No añoro volver a esos años pero si, quizás, participar más activamente en el movimiento feminista. Eso sí, la necesidad Lisístrata en la Universidad es casi la misma que entonces.

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