Creo que entré en Lisístrata alrededor de 1985. Por entonces estudiaba en la Facultad de Veterinaria. En ese campus no existía Lisístrata anteriormente. En 1985, fui con dos amigas a Barcelona, a participar en las IV Jornadas feministas estatales, que celebraban los “10 años de lucha feminista” en el Estado Español (así las llamaron). Allí coincidí con Marlies, con Nuria y con Manuela y, a través de ellas, conocí a Lisístrata.
De las actividades compartidas con las compañeras del Campus de San Francisco, recuerdo las tertulias monotemáticas, sobre temas diversos del ámbito feminista, las aperturas paralelas, fiestas… La “pelos”…
La actividad del grupo alcanzaba una gran expectación entre la comunidad de la facu. Nuestros machisticliners (¿machisticleaners?), -pasquines que colocábamos en la pared de baldosas junto al bar, denunciando actitudes sexistas por parte de profesores y compañeros- eran buscados y leídos con avidez. Incluso se creó un efímero grupo (masculino) -“Pisístrato”-, para provocarnos y contestar nuestros carteles (ver documento adjuntos).
Pero también teníamos un grupo de amigxs y colaboradorxs, compañerxs de otras batallas, como la “antimilitarista”, que despegarían con fuerza casi al mismo tiempo.
En ese momento de mi vida, mi participación en Lisístrata me aportó un estupendo foro de reflexión y debate con mujeres jóvenes activas y potentes.
Trabajando con vosotras, conocí a algunas de las que fueron mis mejores amigas durante bastante tiempo, con las que aún mantengo lazos de afecto y complicidad.
Mi relación posterior con el feminismo activo ha sido de idas y venidas, según las circunstancias vitales de cada momento. En la actualidad, además, mi relación es de colaboración con los movimientos en marcha, como la Asamblea 8M.
Desde luego que, si pudiera volver atrás en el tiempo, volvería a participar en Lisístrata.
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