Llegué a Zaragoza a estudiar Veterinaria, venía de Donostia con una trayectoria marcada por la rebeldía contra un sistema opresor, militarista y patriarcal.
Ya
desde el insti participé de un grupo de mujeres jóvenes bien activas e
irreverentes. Fueron momentos muy creativos y necesarios para crecer y
aprender. Momentos de encuentros con mujeres de todo el estado y de otros
países de Europa. Con esta trayectoria, con conexiones cuidadosas y de la mano
de una de las Lisístratas, llegué a este grupo.
Yo venía de un ambiente bastante monógamo y recuerdo que me llamó la atención la diversidad de mujeres, expresiones y procedencias. Creo que esto es algo que sí que me ha marcado positivamente y de lo que siempre me he sentido orgullosa, ser capaces de confluir y llegar a consensos a pesar de las diferentes procedencias y sentires. Y esta emoción la recojo en una pequeña habitación debatiendo en torno a mesas superpuestas a modo de círculo, maquinando exposiciones públicas de denuncia, jornadas de trabajo internas y encuentros académicos feministas, algo para mi bastante marciano.
La universidad tenía una connotación elitista, creo que me sentía mujer de campo, con mucho sentimiento hacia otras culturas, países precarizados y colonizados. La dimensión mujer, feminismos, la estaba forjando en pilares vinculados a la historia y las experiencias vivenciales de mujeres luchadoras en espacios y expresiones muy distintas. Me creía con poca capacidad discursiva y por esto, las acciones en la calle eran mis espacios de comodidad, las pintadas, las manifestaciones y los espacios festivos reivindicativos.
Hoy, después de unas décadas, recuerdo con cariño mi paso por Zaragoza, hoy es el día que la siento mi casa y eso significa un sentimiento profundo de pertenencia y agradecimiento. Aquí se encuentra Lisístrata y los vínculos que hoy seguimos manteniendo. Me encanta encontrar espacios para debatir y evolucionar en el discurso, para mi es un referente. Soy feminista, esta mirada no es transitoria, sigo poniendo en valor y cada vez más lo que recibo de mujeres de procedencias menos privilegiadas, me interpela y hace cuestionar muchos de nuestros planteamientos y propuestas, me siento viva en esta vivencia y quiero seguir aportando con mis incoherencias y en el derecho a equivocarme.
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